18 mayo 2010

La Leyenda del Monolito de Cuapa (Nicaragua)

La alcaldesa de Cuapa, profesora Leslie López Martínez nos da la versión de la leyenda del Monolito de Cuapa que a ella le contaron cuando era niña.

“En Cuapita, había dos señores que eran padres de una muchacha bien linda, que se llamaba Florita, y vivía cerca de esa piedra (la del monolito) donde existían duendes. Sucedió entonces que los duendes eran enamorados de la muchacha, y los señores se ponían enojados porque éstos les hacían la vida imposible, por ejemplo, le escondían los reales y todas las cosas a la señora”.

“Resulta que una vez que ella iba a encender el fuego, se le habían perdido los reales, y para todo le echaba la culpa a los duendes, y grande fue su sorpresa cuando miró los reales envueltos en un papelito donde ella los tenía guardados, que casi se le quemaban; entonces la señora, enojada empezó a hablar mal de los duendes: ‘Estos condenados duendes que mucho molestan...’, y así vivían haciendo zanganadas”.

“Ella manejaba un radio con música para correrlos y traía gente que tocara guitarra porque decían que con música los duendes se corrían. Pero resulta que un día los duendes dicen: ‘Me las van a pagar, me les voy a llevar el burro [con] que jalan el agua’. Entonces se llevaron el burro y lo encaramaron en lo alto de la piedra. Sucedió que en la mañana el señor empieza a buscar su burro para jalar agua y no lo encuentra, en eso oyó que el burro rebuzna arriba: ‘Ya sabía yo que habían sido estos bandidos duendes que no tienen nada que hacer, que ya dejen de hacerme la vida imposible, me voy a tener que ir de aquí’, vociferaba el señor”.

“Al oírlo, los duendes se aparecieron y le dijeron: ‘Mire, si usted nos da a la muchacha, nosotros le bajamos ese burro’. Entonces les dijo que sí y le bajaron el burro, pero los engañó y no les dio la muchacha. Los duendes los siguieron molestando”.

“Resulta que al final los señores se fueron del lugar llevándose a la muchacha, motetes de ropa, cántaros y todas sus cosas. Según ellos, ya iban a vivir tranquilos en otro lugar lejos de los duendes. Pero en eso, la señora se detuvo y dijo: “¡Ahh!, saben qué se me olvidó.... se me olvidó la bacinilla. Pero cuando ella dice eso, los duendes contestan: ‘No, si aquí se la llevamos’. Entonces enojados tuvieron que regresar a su mismo lugar porque dijeron que a donde anduvieran, siempre iban a ir detrás esos duendes”.

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