Contaban nuestros abuelos que eran cantaros llenos de monedas de plata o de oro enterrados; que con el pasar de los años quedaban al descubierto; pero aquel que se encontraba una botija se aferraba a ella a tal grado que solo vivía para cuidarla, nunca llegaba a gastarse ni una sola de sus monedas y moría en la miseria. Más de alguno de nuestros abuelos las han visto cuando eran jóvenes pero han preferido seguir su pobreza; a que el mal les gane el alma.
Existen quienes cuentan que estas botijas es dinero pactado; que alguna persona a hecho con Satanás y al no poder cumplir su trato; el se llevaba el cuerpo y el alma de la persona, luego volvía a enterrar este caudal de dinero en una botija para atrapar a otro ambicioso que se atreva a desenterrarla y así poder ganar también su alma.
25 mayo 2010
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